Te digo en serio que la muerte no existe.
De pronto lo descubres.
Cuando el pedazo de carbón no es más madera quemada
sino carbón a solas, lleno de sí mismo, con su propia vida;
cuando la corteza del árbol o la hoja desprendida flota sobre el arroyo,
y la piedra en el fondo junto a los caracoles crece mansamente;
el agua llena detantas cosas minúsculas,
llena de luz, de música, de insectos destruidos,
de zancudos cristianos caminando sobre su superficie;
el agua que se bebe la sombra de los árboles;
el ganado a su orilla, las quietas vacas en el
viento, el viento quieto como una transparencia;
toda la tarde, todo el concierto, la armonía,
el deslumbrante misterio que estaba allí a tu alcance,
tan sencillo y tan simple.
Y tú dentro de todo, con todo en ti mismo.
-Te digo que sólo la vida existe.
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