jueves, 18 de agosto de 2011

La crisis (I). David Manzanera

No ves que a mí me da lo mismo.

La crisis, el subsidio, la bolsa, los mercados
la cola del INEM que da vuelta a las esquinas
donde cada vez hay más putas y menos trabajo,
el crack de Wall-street, el G-20, los terroristas.

Yo aquí estoy de pie sosteniendo nuestra antorcha.

Los políticos y sus cuentos
Los economistas y sus cuentas
El dinero que no alcanza,
la llave que perdí y no tengo para hacer una copia
y dejo la puerta abierta y entran cucarachas
y a ti te da asco,
el euríbor, el déficit, que suba el iva.

No ves que me trae sin cuidado.

Yo aquí estoy sobrevolando la miseria
desde la fortaleza flotante que he construido
para los dos con retazos de tus estallidos de risa.

Yo no me rindo, no me resquebrajo:
Yo no quebraré como los bancos
ni con un terremoto como el de Haití
dejaría que se cayera nuestra casa
mientras tú estés dentro.
Ya pueden clavarme
mil cuchillos en la axila
que este fuego no lo suelto,
mandarme al paro,
cortarme el gas, la luz, el agua, Internet
y las dos córneas de los ojos:
te seguiría mirando hasta que se termine el universo.

Me da absolutamente igual.
Si es inhumano lo siento.

El hambre de África, las selvas taladas,
la extinción del orangután de Borneo y del atún rojo,
la fusión de los polos, que suba el nivel del mar
–Mejor, así llegaré antes a la playa
paseando contigo, siempre contigo-,
El aire de náusea de las ciudades
-Yo respiro sólo de lo que tú exhalas-
El triunfo del desarrollo y del alquitrán
sobre la sencillez de los bosques
y los pastores de ovejas.

Todo eso no me importa y va muy en serio.

A mí me importas tú.

Que sigas propagando tu risa por el mundo
como una pólvora de perlas.
Que continúes paseando por las aceras
para hacer crecer la yerba.
Que me escribas mensajes al móvil diciéndome
¡Eres lo más bonito que me ha pasado en la vida!
Que dormida en un sueño me abraces
y me digas Te quiero
y al día siguiente ni te acuerdes,
Que salgas a la calle y se giren las plantas a mirarte,
y dándose empujones minerales
comuniquen por toda la tierra,
a través de sus raíces,
¡La que nos da la vida ha despertado!

Mientras tenga todo eso te juro
por lo que más quiero en el mundo,

o sea,

por esa porción mágica de materia divina
donde canta tu sangre,
que para mí la crisis se puede ir al fondo del océano
donde mora el petróleo,

absolutamente a tomar por culo.

Yo seguiré habitando el paraíso
porque tú,
simplemente,

existes.

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